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Feligreses del Sur de Francisco Morazán vistan Basílica de Suyapa en tercer día de Novena

Feligreses de los municipios del sur de Francisco Morazán pertenecientes al Decanato de San Francisco de Asís llegaron este día al Santuario de Suyapa para rendir Tributo a la virgen de Suyapa Patrona de Honduras.


Fieles de San Miguelito, Reitoca, Ojojona, Sabanagrande, La Venta del Sur, Santa Ana, Alubarén, Curarén y otros del cono sur de Francisco Morazán viajaron desde hora muy tempranas de este lunes 27 de enero para participar de diferentes actividades litúrgicas.


En la vista los fieles católicos participaron de una Santa Eucaristía que se realizó en el templo de la Basílica Nuestra Señora de Suyapa.

Todos los años pobladores de estas comunidades tiene la costumbre de llegar como peregrinos al Santuario como signo de fe, espiritualidad y veneración a una de las tradiciones religiosas que se remonta a nuestros antepasados.


Durante la visita los fieles entonaban canticos, plegarias y oraciones alusivas a la Virgen de Suyapa como sinónimo de respeto y admiración de su fe cristiana católica en el tercer día de novena en la basílica.


La tradición de la Virgen de Suyapa


La Basílica de Suyapa está situada a al sudeste de Tegucigalpa y su nombre proviene de Coyapa un vocablo indígena, que significa: "En el agua de las palmeras". Probablemente comenzó a poblarse con el establecimiento de trabajos agrícolas y ganaderos en la comarca, o con el descubrimiento y trabajos de minas en los lugares cercanos.


Cerca de ahí está ubicada la montaña del Pilingüín donde una tarde bajaba por este sendero un labrador de nombre era Alejandro Colindres. Con él venía Lorenzo Martínez y un niño de ocho años que regresaban de trabajar en la milpa, donde estuvieron cosechando maíz.

El sol se ocultaba entre los montes y sus últimos rayos teñían de rojo el horizonte. La jornada había sido intensa y agotados por el camino y el trabajo, decidieron pasar ahí la noche.


Alejandro se recostó en el suelo y notó que algo le molestaba. Era una imagen de la Virgen de la Concepción, de figura pequeña confeccionada de madera de cedro de unos seis centímetros y medio de alto, tenía la tez morena y las manos juntas sobre el pecho.


Al día siguiente continuaron su camino. Se oían distantes las campanas de Tegucigalpa. Poco después llegaron a su casa de Suyapa. Alejandro saludó a su madre y después de comentarle los detalles y peripecias del camino le puso en el bolso de la camisa, sin decirle nada, la pequeña imagen de la Virgen.


Una vez terminadas sus labores la madre revisó el bolso y encontró con alegría el regalo de su hijo: ¡Una estatuilla de la Virgen!


Fe y peregrinación


Siendo una familia de profundo sentimiento religioso colocaron la imagen en una mesita, adornada con flores naturales renovadas diariamente. Sentían una gran veneración a la Inmaculada por lo que la pasaron a una pequeña habitación acondicionada como capilla. Por más de veinte años le rindieron un culto familiar, sencillo y sincero en la casa de los Colindres. Muchos fieles la visitaban con frecuencia, le ofrecían sus trabajos, le confiaban sus preocupaciones y necesidades. Los habitantes de la aldea también le tenían mucho cariño y cuando alguno enfermaba solían llevar la imagen a la casa del enfermo para que la Virgen lo visitara y sanara.


Un día enfermó Don José de Zelaya, militar importante, dueño de la hacienda "El Trapiche", situada como a un cuarto de legua de la aldea. En realidad ya estaba enfermo desde hacía tiempo y sufría mucho a causa de unos cálculos renales. Isabel Colindres sabía de su enfermedad y le mandó un recado diciéndole que, si quería, podía enviarle la imagen de su Virgen.

Don José aceptó y llevaron a la Virgen en una especie de procesión, el enfermo, fervoroso y contrito, le pidió su curación y le prometió construirle a cambio una ermita.


Tres días después el Señor Zelaya arrojó por vía urinaria las tres piedras que eran el tormento de su vida. Esto ocurrió en el año de 1768 y tras pasar casi diez años un 28 de noviembre de 1777 el cabildo eclesiástico le dio el permiso de construir una capilla en su hacienda para que se celebrase en ella la Misa.


La bendición de la ermita fue en el año de 1780 pero con el aumento de peregrinos fue necesario hacer continuas remodelaciones hasta terminarla en 1947.

En el año de 1954 el tercer arzobispo de Tegucigalpa, monseñor José de la Cruz Turcios y Barahona puso la primera piedra del nuevo Santuario.


Su fiesta se celebra el 3 de febrero y fue nombrada Patrona Nacional de Honduras por el Papa Pío XII. Por espacio de más de dos siglos innumerables peregrinos vistan el Santuario de nuestra Señora de Suyapa.


A él acuden para orar y para agradecer los beneficios que Jesús les concede a través de la mediación de su Santísima Madre. El Papa Juan Pablo II también ha querido unirse a ellos y visitó este santuario el 8 de marzo de 1983.

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