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Agricultores celebran el día de su Santo Patrón San Isidro Labrador


Con cantos y alabanzas los fieles, en su mayoría agricultores y campesinos, recorrieron las calles de la localidad cargando en andas la imagen de su Santo patrón, una costumbre, que se remonta al siglo XVIII.


Para ese entonces, las fiestas en honor a San Isidro Labrador, se iniciaron en Madrid, España, su ciudad natal, las cuales incluían romerías, verbenas, atracciones y diversos espectáculos tradicionales.


La historia de San Isidro esta está muy ligada al trabajo agrícola ya que durante su vida realizó esta labor.


Se cuenta que labraba duramente la tierra todos los días y que a diario acudía a recibir la Eucaristía donde dedicada muchas horas a la oración.


Su devoción fastidiaba a algunos de sus compañeros, quienes un día lo acusaron de ausentismo ante uno de sus patrones.


Se dice que mientras estuvo ausente, ocupado en sus oraciones en una Iglesia, un par de ángeles bajaron del cielo, tomaron el arado y dirigieron los bueyes para cumplir con la labor encomendada al piadoso campesino. Fue así que cuando el patrón llegó, encontró todo en orden y los acusadores quedaron en ridículo.


Su piadosa vida culminó cuando el Santo tenía aproximadamente 90 años de edad. De inmediato comenzó a ser venerado y empezaron a atribuírsele varios milagros.


A San Isidro se le invoca para obtener buenas cosechas y regular las lluvias. Fue canonizado por el papa Gregorio XV en 1622.


En Sabanagrande y otros municipios el sur de Francisco Morazán para los agricultores este día es una fecha de oración constante mediante la cual el campesinado pide devotamente a su Santo Patrón para tener un invierno copioso y, con ello, que sus cosechas sean en abundancia como alimento para el diario vivir.


La vida de San Isidro en pequeñas frases

  • En su corazón infantil cultivan el amor a Dios. Le enseñan a no ser egoísta y a ayudar a niños más necesitados.

  • La precaria situación económica familiar le obliga a dedicarse desde muy pequeño a las rudas faenas del campo.

  • Nunca salió a su trabajo sin oír muy de madrugada la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima.

  • Huérfano a los pocos años, se ve abandonado. Trabaja como labriego de varios señores. Vera es uno de ellos. Sus compañeros le acusan ante Vera de que descuida el trabajo por estar embebido en la oración.

  • El santo con paciente humildad soporta la calumnia y la prueba, pero defiende su dignidad con entereza. Encarna las virtudes propias del castellano viejo: Laboriosidad, honradez, discreción.

  • La avaricia del amo coloca al Santo en trance difícil. Calma las iras del dueño. Le dice: “Tomad, señor, todo el grano. Yo me quedaré con la paja”. El poco trigo que entre la paja había quedado, se multiplica milagrosamente con pasmo de todos.

  • Rebosa felicidad mirando a Dios en la naturaleza y adorándole presente en su alma. Dicen que nunca se fatigaba. Pero en la fatiga ama la misma fatiga, pues el amor le hace encontrar descanso en el trabajo.

  • En los últimos años de su vida, cuando Isidro está aquejado por grave enfermedad -tiene unos noventa años-, María vuelve de la ermita para cuidarle. Próximo a expirar, “hizo humildísima confesión de sus faltas, recibió el Viático y exhortó a los suyos al amor a Dios y al prójimo”.










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