Quizá, muchos maestros se olvidaron de impartir la "Cátedra del Sermón"

Asi Lo Dijo

Por: Aníbal Baca

En mis años mozos de estudiante, el maestro de Español el gran "Rafael Vargas, recuerdo, siempre dejaba unos diez minutos al inicio de cada reunión en el salón de clases para contarnos de sus experiencias vividas y la realidad vista desde un entorno de la problemática social.

Para mí, era como la clase magistral que alrededor de unos 35 alumnos de la sección recibíamos. Inspiraba escuchar aquel hombre de bigote largo y grueso, vestido de camisa "Guayabera", contarnos anecdotas y experiencias vividas, simulando ser el pardre de aquel grupo que inocentes e ilusionados escuchábamos sus regaños, eso sí, siempre percibí, que para él, eran los minutos y segundos más agradables de su retórica magisterial encaminados a enderezar uno que otro joven que por muchas razones perdíamos el horizonte.

"No sean mediocres, siempre, busquen la excelencia, la pobreza mental calcome el pensamiento digno, corroe nuestra fortaleza espiritual y nos transforma en seres mediocres", nos decía con una retórica melancólica y sincera.

Quizá, era la mejor clase del día dirigada a una sociedad de jóvenes, que ansiosos y titubeantes a nuestra edad, veíamos un futuro incierto, lleno de vicisitudes, de desamor, de esperanza, provenientes en su mayoría, de hogares humildes con poca formación e intelecto familiar.

El maestro Vargas, platicaba con el alumno, muchas veces hacía un stop en su horario de impartición de cátedra para preguntar: "porqué les veo triste, que les pasa hijos (as)...tienen problemas...él, con sus ocurrencias en esa aula del "Viejo Prevo" (colegio de Sabanagrande F.M.) no miraba de más contar un chiste para alegrar la tarde aburrida o la acongoja pesadez de nuestra juventud.

Creo, hoy, en el "Prevo" se término la clase de la jerga del profesor Cardoza con su mítica frase "Hechele ganas Esteban" o la caminata para acompañar al maestro de Dibujo Técnico Roger Banegas, hacia la plaza del centro de Sabanagrande y plasmar el boceto de la elegancia de nuestro Templo de la Iglesia colonial, eso, nos hacía sentir como los arquitectos de la vida, realidad vrs imaginación.

Hoy, esa enseñanza de convivencia social y de compartir grupal mediante el binomio Maestro-Alumno, parece desintegrada... el estudiante de hoy robotizado ante un aparato digital y muchos de nuestros mentores sumisos a la indiferencia de la cátedra de la realidad, esos cinco minutos de discernimiento de nuestro entorno real, sí, esa "jerga del sermón" magisterial que prevé tantos problemas sociales a los que nuestros jóvenes están expuestos.

En esos minutos y segundos de la "Cátedra de la Vida" quizá el maestro Vargas con su sermón salvó a uno que otro de muchos jóvenes a tomar el camino equivocado, ese al que miles de estudiantes hoy estan expuestos.

La petulancia y la prepotencia de un maestro no es el mejor antídoto de alivio a los males que aquejan nuestra juventud expuesta a falsos caminos, por el contrario, un estudiante siempre recordará la cátedra inspiradora de su profesor que con dedicación, esmero y paciencia, transporta sus conocimientos a ellos de una manera simple y enriquecedora.

No es EXCELENTE maestro aquél mentor que con sus alardes petulantes vocifera a los cuatros vientos y celebra el aplazar a 25, 30 o 40 alumnos, no... más bien debería preocuparse porque su grupo de estudiantes no entendió o comprendió su clase.

"Aún se está a tiempo, se que un conglomerado tan enorme como el sector magisterial, muchos profesores aún conservan esta mítica tradición del buen sermón.