En el Día de San Isidro, campesinos católicos invierten su sonora frase: "Quita El Sol y Pon el Agua"

Este día la Feligresía Católica de Sabanagrande, Francisco Morazán, celebró con una procesión y una solemne misa el Día de San Isidro, Labrador, invocando rezos por la llegada de la lluvia.

Entonando cantos y elevando peticiones para que la tan ansiada lluvia caiga sobre los techos de esta zona, decenas de fieles recorrieron las principales calles de este municipio.

La procesión, en su mayoría asistida por campesinos que por tradición consideran a San Isidro el Patrón de la agricultura, finalizó con una Misa dirigida por autoridades eclesiales locales.

"Oh, San Isidro Labrador, patrono de los agricultores y protector de las cosechas, recurro a ti en este momento de necesidad. En este tiempo de sequía y falta de lluvia, te ruego que intercedas ante Dios para que nos envíe la bendición del agua", es la oración que durante sus rezos los agricultores católicos pidieron durante la jornada.

En años anteriores, una pertinaz lluvia solía darle la bienvenida a la celebración de este día; misma, que en la actualidad, es ansiada por la población ante la fuerte ola de calor que se reporta en los últimos días.

Cada 15 de mayo se celebra el día a San Isidro en memoria a que esta fecha su cuerpo fue trasladado a la Iglesia de San Andrés, donde acabó descansando en el altar mayor de la Colegiata de San Isidro, templo católico situado en el centro histórico de la ciudad de Madrid, España.

Se le conoce como el patrón de los agricultores y de los trabajadores del campo. Isidro Labrador vivió una vida de devoción religiosa y se ganó una reputación de santidad por su humildad, caridad y dedicación a la oración.

En resumen, san Isidro Labrador es un ejemplo de trabajo, fe y humildad. Su legado como santo campesino recuerda la importancia del trabajo duro, la fe en Dios y la generosidad hacia los demás.

Hoy, la famosa frase de ruego a San Isidro Labrador de "quitar el agua y poner el sol" para una mejor cosecha, se invertiría ante la extensa sequía que hace clamar a los agricultores la venida de la lluvia como signo de prosperidad para sus siembras.