En un acto de solidaridad y homenaje póstumo, dirigentes, aficionados y jugadores del Club Deportivo Marañón, decidieron entregar la copa que los acredita como bicampeones de Sabanagrande a la niña Arllany Vásquez hija de su ex compañero de equipo Iván Esaú Vásquez quien murió meses atrás en un accidente aéreo.

Para la Puerta al Sur, este episodio es el que se puede resaltar de una final de fútbol que se esperaba más, el Toncontín abarrotado, una cancha para jugar el “Jogo bonito”, ese que antaño clubes como el Audaz, El Honduras, Sabanagrande, Stukas, Monterrey, Orión, Independiente, Real Amistad y otros, hacía del tikitaka, ese rebote suave, veloz y atrevido que nuestra vista se encantara con la maravilla que un futbolista puede hacer con la pelota.

En el fútbol se escriben historias, Chavales un equipo plagado de juventud, no pudo, se amilanó, dejó de escribir por segunda vez su propia leyenda en los libros de la tradición futbolística de Sabanagrande como el monarca del torneo de apertura 2018.

Un ingreso frío, un público apagado, uno que otro aplauso seguido del Himno Nacional fue el escenario para que la número 5 empezará a girar.

Pasaron los minutos, entre el ir y venir del balón que era perseguido hacia el cielo por la mirada tibia de centenares de aficionados que colmaron las gradería del campo Toncontín.

Los comentarios de los aficionados presentes que añoraban años atrás aquel fútbol alegre, de fintas y jugadas que levantaban al público de emoción, se detuvo con un gol inesperado de Chavales, un tiro libre que rebotó en un defensa y se anidó en la portería del club Marañón, quizá ese fue el mejor momento de sus fieles seguidores que llenos de alegría vitoreaban y avizoraban que una copa estaba por venir.

No fue así, Chavales tuvo unas o dos ocasiones claras frente al marco contrario  para rematar el juego; pero la serenidad faltó y, en una jugada sin ningún peligro tras un “puntasito” en el área chica la pelota entró, como esos goles que los entrenadores quieren sacar con el alma, esos que dan rabia, que provocan tristeza, desánimo… con ello el marcador se puso 1 X 1.

De allí en adelante el tic tac del reloj se fue consumiendo para darle paso a los tiempos extras con el mismo ritmo,  hasta llegar a la tanda de penales, donde la inexperiencia de los jóvenes de Chavales pasó factura; tres penales errados de cinco le dieron el triunfo al dos veces consecutivas campeón de la Liga Apakunka, el deportivo Marañón.

Para muchos ese fue lo mejor del partido,  la emoción que produce la ruleta de los penales, lo demás así finalizó con una premiación entre familia, sombría; pero con un detalle especial, la Copa de Campeón, tan deseada por los clubes en competencia, fue entregada por los jugadores y directivos del Marañón en manos de la niña Arllany hija del ex jugador de ese club Iván Vásquez como un homenaje póstumo a su padre quien meses atrás pereció en un lamentable accidente aéreo.

Posterior a esto los jugadores aficionados y dirigentes del Marañón se dirigieron en caravana hacia el cementerio general para invocar a Dios y cumplir la promesa a un amigo de ser bicampeones  en su memoria.

Así se cerró un libro más para la historia del fútbol en Sabanagrande, dejando con ello un futuro incierto para la organización de uno de los deportes que más entusiasma al pueblo hondureño.

La final término igual que el primer partido del inicio del campeonato, con el mismo ritmo, con la misma pausa, con los mismos jugadores; pero con una gran novedad: la gran cantidad de público que a pesar de los zipizapes y la desorganización de las estructuras del fútbol burocrático en Sabanagrande, asistió para demostrar que este deporte es su pasión…su tradición… esa misma que no hay que dejar en el olvido.