Una jornada de evangelización desarrollada en el parque central de Sabanagrande Francisco Morazán se convirtió en el marco ideal para que el pastor evangélico Francisco Reinieri González brindará su testimonio de vida resumido en una conversión cristiana de ser un miembro de pandilla a un fiel seguidor de Cristo.

 

Durante su exposición pastoral ante fieles de varias congregaciones evangélicas, el guía espiritual confesó que a raíz de los maltratos que su madre y sus hermanos recibían de su padre, un empedernido alcohólico, decidió irse de su casa y alojarse en el mundo de las maras y pandillas que operan en el país.

 

"Con su vicio nos quitaba todo el dinero, el diablo destruía nuestro hogar debido a tanta violencia, mis hermanos se fueron y tuve que ser yo el que tenía que mantener a mi familia".

 

Con voz entrecortada, relató que un día a su madre la encontró ensangrentada, maltratada, golpeada por su padre, él apenas tenía 13 años.

 

"No aguanté más por lo que decidí irme a la calle que estar en aquel infierno", confesó.

 

Hay caminos que al hombre le parecen perfectos y son los más difíciles, "El Fantasmita" un pandillero de mi colonia le propuse que si ellos mataban a mi padre me uniría a su mundo, entregue mi juventud, primero como paisa y luego como miembro activo, expresó.

 

Entre recuerdos bíblicos, el que en aquel mundo era conocido como "El Tuko" reconoce que no fue su mejor decisión pues miró cosas terribles, se drogaba, pasó a vivir debajo de un puente; pero la palabra dice: "del mundo Dios saca al hombre malo para cosas grandes, solo Cristo lava pecados nadie más".

 

Entre lamentos recordó que era una vergüenza para su hogar, siempre tuve sed de un abrazo; pero hoy, gracias a Dios soy el orgullo de la familia.

 

"El día de la bienvenida, un hombre con una corona totalmente tatuado entre 15 jóvenes listos para ser bautizados preguntó: ¿quién es hombre para ser el primero? Yo respondí. Como sos hombre te van a dar tres veces la porción de la que te toca y empezaron a golpear todo mi cuerpo, rememora entre sollozos.

 

"Al día siguiente andaba pistola en mano...asaltaba, robaba y cuantas cosas más. Para ese entonces “El Tuko" odiaba a los que predicaban la Buena Nueva, les decía dónde está su Cristo y ellos me respondían que Jesús siempre estaba conmigo pero que mi ceguera impedía verlo", recordó.

 

Mientras vitoreaba a Cristo, relató que una vez desnudo a un Pastor y me dijo algún día te arrepentirás, ¡Jesús te ama!, él quebranta los corazones de piedra, nunca olvidaré esas palabras y tras un sobresalto de alegría expresó: ¡Hoy tengo vida en abundancia, vengan ustedes hermanos y sean parte de este gozo que hace 16 años vivo tras aceptar a Cristo como mi única salvación!

 

"Dios nos llama en este momento a través de mi testimonio de transformación como instrumento de salvación para los que queremos enderezar nuestros caminos por la vía del bien y el amor al prójimo", exclamó.

 

Luego procedió a darle la bienvenida a varios hermanos que aceptaron a Cristo en ese momento, algunos de ellos, que entre alabanzas y gritos de victoria caían al suelo renovados por la fuerza del espíritu y la fe.

 

Mientras se despedía de sus feligreses, me pregunté: ¿cuantos testimonios de vida como este hay en nuestro país?... Quizá la respuesta sea la misma, muchos; pero, todos con un sólo camino: DIOS.